Cuando nos encontramos en épocas de declaraciones fiscales y cábalas financieras, nos podemos preguntar: ¿qué ocurre con los planes de pensiones? ¿Qué fiscalidad tienen y qué estoy obligado a declarar en mi declaración de la renta?
Los planes de pensiones tienen ventajas fiscales. En primer lugar, por tener un plan no tienes que pagar ningún tipo de impuesto. Durante la vida del plan, es decir, hasta el rescate, no se paga ningún tipo de tasa al Estado y además existe la posibilidad de cambiar de plan sin ninguna consecuencia fiscal. El traspaso entre planes de pensiones: una posibilidad muy útil para cambiar o diversificar.
Es decir, una de las grandes ventajas fiscales de los planes de pensiones es que, mientras ahorras, todo ese proceso de ahorro está exento de impuestos. Es decir, ni el capital que vas ahorrando y destinando al plan de pensiones, ni el rendimiento obtenido durante los años en los que vas construyendo tu capital para la jubilación estarán sometidos a gravamen directo alguno. De esa forma puedes seguir construyendo tu ahorro sin que ningún impuesto afecte a la rentabilidad de tu inversión. Sin obstáculos fiscales.
En otras palabras: ni el ahorro que vayas aportando ni la rentabilidad fruto de las inversiones tributan en la fase de acumulación del plan. Los impuestos solo se pagan a la hora del rescate.
Y además, hay desgravaciones fiscales...
Y además, los planes tienen otra ventaja adicional: permiten reducir la base imponible del IRPF, hasta un máximo de 2.000 euros anuales, ampliable con aportaciones a favor del cónyuge o de familiares discapacitados.
Es decir, no solo no pagas impuestos mientras construyes tu ahorro sino que además, con las aportaciones, puedes reducir tu factura fiscal.